"El hombre sabe que hay en el alma tintes más desconcertantes, más inolvidables y más anónimos que los colores de una selva otoñal. . . Cree, sin embargo, que esos tintes, en todas sus fusiones y conversiones, son representables con precisión por un mecanismo arbitrario de gruñidos y de chillidos. Cree que del interior de un bolsista salen realmente ruidos que significan todos los misterios de la memoria y todas las agonías del anhelo".
Cita de Chesterton en el final de "El idioma analítico de John Wilkins" de J. L. Borges (en Otras inquisiciones).

Fusiones y conversiones: esta concepción del lenguaje puede ser, también, una definición de la traducción como práctica transformadora y recreadora de sentido. En este blog sobre la traducción de poesía, sobre su teoría y su praxis, abrazaremos esa creencia en los "ruidos que significan", pronunciados, una y otra vez, con un matiz distinto. Eso proponemos aquí: que cada uno haga brillar su voz particular para la versión de un texto al que intentará honrar de la mejor manera: buscando que su música vuelva a aparecer en nuestro idioma.


miércoles, 16 de junio de 2010

el viento se levantó a las cuatro

el viento se levantó a las cuatro
se levantó y rompió las campanas
que se movían entre la muerte y la vida
acá, en el reino del sueño de la muerte
el eco, al despertar de la batalla,
¿es un sueño o es alguna otra cosa
cuando la superficie del río ennegrecido
es un rostro que suda lágrimas?
vi la hoguera frente al río ennegrecido
agitándose con lanzas extranjeras.
acá, frente al otro río de la muerte
los jinetes tártaros agitan sus lanzas.

Mi versión, en humilde tributo a la traducción de Girri y Pezzoni, del poema The Wind Sprang Up at Four O'Clock de T. S. Eliot

Aquí, el original: http://darkentries.jopland.org/Thewind.htm

lunes, 14 de junio de 2010

el cuerpo respirando la música de otra lengua


Si el poema aparece primero como ritmo, y recién después en su manera propia despliega significados, es la traducción, por sobre todo, un esfuerzo de alteridad. Alteridad del cuerpo respirando la música de otra lengua y en la estricta particularidad de una voz que la habla. Doble esfuerzo fundado, sin duda, en el amor, y en los aspectos que permiten al traductor identificaciones variadas. Eco, no replicante como el mito de Narciso, sino sostenido en las posibilidades y misterios de la lengua materna en la cual el traductor lo reescribe. Sentir al texto con el cuerpo alerta al mismo tiempo de su significación, para que despliegue en un idioma donde no fue concebido, algo -que es siempre otra cosa- de aquella rosa plena de sentido que el original ofrece. Quizá por eso la traducción de poesía es más intuitiva y menos derivada y lógica que otras tareas de traducción.

Diana Bellesi, de su ensayo Genero y traducción